Boyacá, Santa Rosa de Viterbo
Viernes, 22 de Febrero de 2019
La Escuela de Policía ‘Rafael Reyes’ apadrina a niñas y adolescentes huérfanas o abandonadas y golpeadas en sus hogares.

No tienen familia y si la tienen no quieren saber nada de ellas. Son 30 hijas del olvido, entre los 6 y 16 años, que tuvieron que salir corriendo de sus hogares víctimas del abuso y el maltrato. Después de ambular por el mundo del peligro lograron encontrar refugio en el Hogar de Niñas Nuestra Señora del Rosario, ubicado en Santa Rosa de Viterbo, en la verde y apacible planicie boyacense.

La noble causa llegó a oídos de los policías de la Escuela de Policía ‘Rafael Reyes’, quienes no dudaron en apadrinar a las niñas y adolescentes, de este albergue creado para proteger, cuidar, enseñar, educar, orientar y reforzar valores y principios éticos en menores de edad en condición de vulnerabilidad. Decidieron hacerlo no solo como parte de la proyección social institucional sino como principio de solidaridad con los más necesitados. Se dieron a la tarea de ayudar en todo lo que estaba a su alcance a las tres hermanas religiosas de la Fundación Hijas de María Inmaculada y Corredentora, de nacionalidad peruana, encargadas de la muy difícil labor de responder integralmente por las menores de edad.

Con el paso de los días vinieron los bazares y otras campañas para recolectar fondos, que se tradujeron en mercados, mejoras en los dormitorios, los comedores, el patio, la capilla y otros espacios para la sana convivencia. Dentro del acompañamiento también hubo y hay tiempo para cortarles el cabello, hacerles peinados y otros tantos retoques propios de la vanidad femenina.

 Finalmente, como emprendimiento, se viene trabajando el proyecto denominado ‘Mi huerta casera’, el cual germinó con la siembra de 2.500 semillas de hortalizas en el terreno adyacente a la casa hogar, cuya finalidad es generar un producto auto-sostenible para consumo propio y comercialización, que genere recursos para el beneficio de la casa hogar. Con todo, desde la llegada de los uniformados, el diario vivir de estas hijas del olvido ya no es tan dramático y desesperanzador. Hoy cuentan con la mano amiga de su Policía Nacional.